¡¡¡QUE
HEMOS ENCONTRADO LA SIMA DEL GULMONT!!!
Hola de nuevo gulmoneros. Siempre es grato para mi tener
una nueva noticia espeleológica sobre el GULMONT y poder compartirla
con vosotros manteniendo así la relación que la espeleología nos
hace mantener aún. Aunque ya no es una primicia, porque os habréis
enterado ya por la página del G40 (no nos pudimos resistir a colgar
rapidamente la noticia en nuestra página web -en este caso Aben
Aljama-), no quería perder la oportunidad de trasladaros la historia
reciente y las emociones que nos ha proporcionado esa sima que lleva
vuestro nombre: La Sima del GULMONT.
Creo si mal no recuerdo que fue allá por el 2011 cuando
entré en contacto con vosotros, en un principio a través de Ricardo
Veroz y más tarde de Pedro Plana, Carlos Echevarría y más tarde
con el resto vosotros gracias a la “quedada espeleológica” que
se organizó en Priego de Córdoba en el año 2012, y en la que
participaron gran parte de los antiguos integrantes de vuestro grupo.
La recuperación de la historia de la espeleología cordobesa fue el
móvil que nos llevó a entablar charlas ya fuese en persona, por
teléfono o por correo electrónico. A la vez tuve acceso a gran
cantidad de información a través de la documentación que me
proporcionó Ricardo o la que ya habíais colgado en vuestra página
web. Con ella hemos podido ir cumplimentando los aspectos históricos
de las cavidades en las que hemos ido trabajando, o hemos podido
realizar algún que otro artículo dentro del marco de ese proyecto
espeleo-histórico al que hemos denominado “Tras las Huellas de la
Espeleología Cordobesa”.
Entre toda aquella información me llamó mucho la
atención el potencial espeleológico que parecía tener la Sierra
del Castillo de Espiel. Con la información verbal dada por Ricardo,
varios periódicos de la época, y dos artículos que publicásteis
(un primero en el número 6 de vuestro boletín y otro en la revista
Bio Karst) nos pusimos tras la pista de varias cuevas y simas que
hasta entonces no conocíamos; y es que que el Catálogo de Cavidades
de Córdoba que se hallaba elaborando y sigue alimentando el G40 se
encontraba en aquellos momentos en pañales en el norte de Córdoba.
Y así tuvimos el primer contacto espeleológico con la
sierra de Espiel a mediados de octubre de 2011; no nos fue difícil
encontrar una de las cuevas que citábais, mitad natural y mitad
artificial en la zona de Peña Redonda, aparte de varias pequeñas
cavidades. Quiso la suerte que en una de ellas descubriéramos unas
pinturas rupestres de gran importancia que se hallaban inéditas. Ese
mismo día iniciamos la búsqueda de nuestros objetivos principales
como eran la Sima del Gulmont y la de las Goteras. De la primera
pensábamos que debería de ser buena si la habíais bautizado con
vuestro nombre, lo que hacía duplicar nuestro interés por ella.
Varias salidas más y la ayuda de un lugareño como práctico del
terreno nos hizo falta para encontrar el 26 de diciembre la Sima de
las Goteras, en cuya sala más profunda se pudieron observar los
grafitis que nos indicaban la presencia en el lugar del GULMONT y del
GEJAM.
Pero vuestra sima se mantentenía aún esquiva y siguió
estándolo por muchas salidas que realizamos en los primeres meses
del 2012, en los que nuestro compañero afincado en Córdoba Julio
Guijarro tomó la iniciativa de su búsqueda.
No pudo ser localizada pero no nos olvidabamos de ella.
Teníamos esa espinita clavada, lo que hizo que ya en 2015 fuese Abén
Aljama el que tomara el relevo de su búsqueda implicando a otros
espeleólogos del G40 de la capital. En una de las prospecciones de
campo junto con Gloria Lara Mengual y Manuel Palma fueron lozalizadas
dos simas que aún no se hallaban catalogadas.
El día 20 de noviembre pasado colaboramos en la
presentación de un libro sobre la historia espelelógica de otro de
los grupos pioneros de este deporte en Córdoba y coetáneo al
vuestro: el GEJAM. Aprovechando la presentación quedamos en salir al
día siguiente a explorar al menos una de esas simas cuya boca había
sido hallada por Manuel Palma. En un primer momento se creyó que
estaba virgen, quizás por la estrechez de su entrada que forzó Abén
sin llegar a bajar a la base del pozo inicial.
Dormimos bajo el cerro, en la antigua estación de
Espiel y por la mañana temprano los tres ya citados, yo mismo y el
también veterano Antonio Expósito del Club Rumbo Norte de Jaén nos
encaminamos a la boca de la sima. Más tarde se nos sumó Francisco
Gamero.
Efectivamente, como ya habían adelantado los compañeros la
boca era muy estrecha y al pozo se le calcularon unos diez metros.
Como Abén y yo éramos los únicos pertrechados para el descenso y
yo tenía claro que no podría pasar la estrechez, se hizo necesaria
una desobstrucción si no queríamos volvernos sin poder explorarla.
Como se vio que con los medios que teníamos se hacía imposible
ampliar la existente, y viendo que parte de la fractura superficial
se hallaba colmatada de bloques y tierra vimos la posibilidad de
abrir un paso a escasa distancia del existente.
Iniciamos los
trabajos de desobstrucción que dieron resultado positivo. Una hora
después teníamos abierta una segunda boca a poco más de un metro
de la anterior. Aún así esta era poco más amplia, y costó trabajo
forzarla con el equipo colocado. Vamos, uno de esos pasos que
después, durante toda la exploración, estás pensando que tienes
que volver a pasar a duras penas.
No había ni rastro de la
instalación de una cabecera anterior. Con un anclaje natural y un
spit en la pared izquierda se equipó el pozo. El primero en bajar
fue Abén, seguido de mi persona. Estaba claro que él sería el
afortunado en explorarla en primer lugar al haber formado parte del
grupo que la encontró.
Al llegar a la base del pozo un cono de
derrubios había creado sendas rampas hacia la izquierda y derecha.
Por la derecha se hallaba la continuación y tanto la rampa, como una
lengua de tierras y piedra nos acompañó hasta el cierre de la
fractura. Nada más llegar a la zona más profunda me percaté de que
no habíamos sido los primeros en llegar al lugar. Un grafiti
realizado con la llama de un carburo así lo atestiguaba.
Pero la
pintada realizada a dos líneas se hallaba muy desvaida y no había
manera en un primer momento de descifrarla. Abén se fue a ver una
grieta perpendicular a la fractura que se hacía impracticable y que
habíamos visto en el centro de la rampa; mientras yo me quedé
intentando descriptar lo que en un principio nos pareció un nombre y
unas iniciales por debajo separadas por puntos. Todo mi afán era ver
si aquél nombre coincidía con alguno de los que conocía como
miembros de vuestro grupo pues ya cabía la posibilidad de que
fuera la Sima del GULMONT.
Poniendo la luz rasante y viéndo el
grafiti desde distintas ángulos y distancias empecé a conformar las
letras que forman las iniciales de vuestro grupo. Mientras tanto Abén
había comentado que por aquella grieta salía aire frío y se acercó
hacia mi preguntándo “¿tú sabes una cosa?”. En
ese preciso instante a los dos se nos encendió la bombilla
simultáneamente: ¡estábamos ante la para nosotros histórica y
esquiva sima!
Aquél aire frío era el que citábais en vuestros
artículos y la morfología indicada en la topografía y
descripciones coincidía. Ya apreciábamos perfectamente las letras
del primer renglón cuando Abén hizo un nuevo descubrimiento. Las
del segundo no eran letras de iniciales de un nombre y apellidos,
sino una fecha que alternaba las cifras arábigas con la numeración
romana. Sólo nos quedaba ver si la fecha (6-III-66) coincidía con
la expuesta en la antigua topografía, por lo que dimos unas cuantas
voces a nuestros compañeros que se hallaban en el exterior para que
la vieran en internet a través de los teléfonos móviles. Así lo
hicieron y ambas coincidían. La certeza era absoluta. Habíamos
encontrado la Sima del GULMONT.
Realizamos un rápido
reportaje fotográfico parándonos en especial en intentar reflejar
la amplia fractura, no en anchura, puesto que las medidas iban de
0,60 a 1,80 metros sino en la altura de los techos que llegaban a los
15 metros. También en recoger los blancos espeleotemas que nos daban
algunas coladas parietales, que brillaban con las luces de nuestros
leds. Una pequeña zona de microgours, varias superficies escamosas,
varias pequeña banderolas denticuladas y tres o cuatro estalactitas
se integraban en la misma, cuya superficie adquiría algo de relieve
en algunas zonas. También apreciamos la presencia de dos
quirópteros, aunque el güano que cubría gran parte de la
superficie de la rampa nos indicaba que existía o debio existir una
colonia más amplia.
La salida resultó ser
menos penosa de lo que me esperaba. Yo lo hice el último y para
cuando vi la luz mi compañero de exploración ya había dado “el
parte de incidencias” a los demás a la vez que comentaba que se le
había quedado algo así como un hueco en el estómago. No era la
falta de comida, sino la conclusión de la búsqueda, pero bueno,
tenemos muchas más con la que rellenarlo.
Con esto concluyo mi
relato. Espero que os haya acercado a aquellos momentos vividos por
nosotros ya que como miembros del GULMONT también sois protagonistas
de esta historia.
Un buen relato del compañero Rafa Bermúdez, que describe perfectamente lo que vivimos ese día.
ResponderEliminarYo no estuve en la exploración del "6-III-66", ni puedo afirmar el motivo por el que mis compañeros decidieron ponerle el nombre de "Sima GULMONT". No hablé con ellos sobre el tema. Deduzco, por vuestras descripciones, que no fue por la especial belleza de la cavidad. Pero se me antoja que mucho pudo tener que ver la dificultad que encontraron para acceder a su interior. El trabajo pesa más que los encantos naturales.
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